Patatera

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Este edificio era un almacén de patatas, donde los labradores iban a vender su cosecha al por mayor. También tenían un servicio de báscula para pesar los camiones. Se pesaban para poder pasar por el consumo, una pequeña aduana donde se pagaba un impuesto para regular la entrada y salida de mercancía en la ciudad de Valencia. Allí, se les exigía un documento para aclarar qué cantidad de productos llevaban. Este servicio era para cualquiera que iba allí, no sólo camiones sino también carros. Allí vivía un matrimonio, los caseros, que cuidaban del almacén. La casa donde vivían sigue en pie.

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El edificio dejó de funcionar como patatera y, el 29 de Diciembre de 1983, se inauguró la discoteca Pachá Auditorium. Se trataba de una impresionante sala de conciertos y discoteca, con la última tecnología en iluminación espectacular, sonido, aire acondicionado, extracción de humos y seguridad. Se convirtió en un eje central de movimiento juvenil. Había diferentes espacios en varias alturas: discoteca, hamburguesería, boutique, quiosco y sala de máquinas de juego.

Por Pachá pasaron grupos y solistas impensables hasta entonces por estas coordenadas. Algunos como Depeche Mode, Nina Hagen, B.B. King, O.M.D, Radio Futura, Simple Minds o Gabinete Caligari, actuaron en los primeros meses de vida de aquel auditorio y discoteca que puso a Valencia en el circuito de conciertos en España.

Pachá Valencia comenzó a hacer aguas por sus elevados costes y porque la discoteca no acababa de funcionar. Cambió de nombre por diferencias económicas con Ricardo Urgell, propietario de la famosa marca de ocio internacional. Pasó a llamarse Arena Auditorium y la sociedad original también se dispersó. Por Arena pasaron también decenas de grupos y solistas españoles y extranjeros como, Iggy Pop, Radiohead, Héroes del Silencio, Radio Futura, etc. La lista de conciertos que allí hubo no tiene fin. Durante cerca de 15 años se erigió en el centro de referencia musical de la urbe. Para varias generaciones de valencianos, lo vivido allí entre sus muros, son recuerdos imborrables. Nadie puede quitarle los méritos de haber traído a Valencia a las mejores estrellas del pop rock.

A lo largo de Emilio Baró se veían, a ciertas horas, a grandes grupos de jóvenes que venían andando desde el centro de Valencia o desde la parada de autobús, dirigiéndose a la discoteca.

Las características del local y su aforo medio, con capacidad para varios miles de espectadores, catapultaron a Arena en el escalafón nacional. Pero la trayectoria ganada a pulso durante más de una década no evitó el final. Desgraciadamente, el ocio nocturno de la época, hizo que fuera asociado a drogas y violencia. La discoteca cerró sus puertas en 1999.

Desde entonces, no ha cesado su deterioro. Así se ha venido denunciando reiteradamente por los vecinos, que reclaman la expropiación del inmueble y su rehabilitación para tratar de otorgarle una utilidad pública que beneficie a los residentes en Benimaclet.

Según el Plan General de Ordenación Urbana de Valencia, la construcción está protegida y en teoría a salvo de la especulación urbanística, ya que la parcela figura con una calificación de uso terciario y no puede acoger viviendas. Aunque los vecinos temen que el histórico local pueda terminar en ruinas de continuar degradándose al ritmo actual. En noviembre de 2012 sufrió un incendio y en junio de 2013 sufrió varios desplomes en el techado. Se ha barajado la instalación de un mercado, así como su transformación en dotaciones de uso social y cultural para el distrito, aunque ninguna de estas opciones ha llegado a plasmarse. Cualquier actuación está supeditada a una operación urbanística que todavía no ha adquirido forma y, mientras tanto, los vestigios de esta antigua patatera van languideciendo, a merced del tiempo.