Cooperativa Benlliure
Fecha: fueron construidos de 1978 a 1980
Dirección: en la C/ Real de Gandía 1 y 3
Arquitectos: CSPT Arquitectos
Estos dos edificios de 40 y 39 viviendas cada uno, está situado en la C/ Real de Gandía 1 y 3. Se trata de una Cooperativa de viviendas “Benlliure” y fueron construidos de 1978 a 1980, por CSPT Arquitectos.
Estos dos bloques fueron gestionados por el sistema de cooperativa. La premisa básica fue dotarles de espacios comunes para los usuarios, individualizando los modelos de vivienda. Mediante un proceso interactivo de gestión entre arquitectos y cooperativistas se desarrolló un modelo social y alternativo para la época. Experiencias similares se estaban desarrollando en el centro y norte de Europa, e incluso en España, con actuaciones como las del Walden 7 de Ricardo Bofill, en Barcelona, referente en ese momento.
Se consigue ofertar un gran número de viviendas de diferentes tamaños y organizaciones distributivas, con la intención de llegar a responder de un modo más directo a las variadas necesidades de los usuarios, los que, además, consiguen individualizar la sensación de pertenencia a un edificio de viviendas de gran tamaño. Mediante una serie de pasillos y circulaciones que van pasando del espacio interior al exterior, se accede a todas las viviendas casi de manera particularizada. Espacios comunes, con piscina y salas de reuniones, dotan al edificio de un carácter abiertamente comunitario y social.
El juego de materiales, formas y colores de la fachada expresa bien la idea de variedad de tipos y tamaños de las viviendas. Cada una de ellas responde al exterior con diferentes tamaños y formas de huecos, balcones, terrazas, miradores y materiales, dentro de un juego coherente y variado, que animan el volumen general, generando un atractivo juego de macizos, huecos, luces y sombras.
Reformulando los parámetros urbanísticos de emplazamiento y usos, se situaron comercios y oficinas en una planta intermedia, acercando al peatón a los espacios interiores más públicos del edificio. De la ordenación original que planteaba un volumen más compacto, se pasó a dos edificios más complejos, luchando contra la norma establecida, buscando mejorar la integración en el lugar y entre sus usuarios.
El recorrido interno merece la pena. Es muy agradable descubrir cómo la arquitectura de este edificio permite una lectura lúdica del espacio. Estamos ante uno de los últimos ejemplos de arquitectura residencial que juega con la luz y el espacio común, con el mimo en los detalles y el cuidado con el que se han tratado las circulaciones comunes del edificio. Una visita al mismo descubre otra manera de hacer arquitectura, que hoy parece olvidada.